Interesante sorpresa se lleva uno cuando descubre que la psicoterapia, no proviene de la
psicología sino de la medicina. Sin embargo este es un punto interesante desde el cual comenzar a entender conceptos que se plantean más desde una base biológica, fisiológica, somática; pero que no por ello dejan de lado las emociones, la memoria, los recuerdos, los sueños… sino más bien los van fusionando para comprender el estudio del nada poco complejo aparato psíquico.
Pretendo pues, en las próximas lineas, poner a prueba mi propio entendimiento de una
teoría tan compleja y al mismo tiempo tan superficialmente comprendida hasta el momento, y
para ello me serviré del personaje de ficción Hannibal Lecter, prestigiado psiquiatra
contemporáneo y al mismo tiempo, caníbal y cruel asesino. Intentaré para los fines de este
texto hacer un mezcla de las tres versiones que de su “vida” existen: la cinematográfica, la
literaria y la televisiva, ya que considero que cada una de ella aporta matices diferentes al
entendimiento y ejemplificación de los conceptos metapsicológicos.
Al comenzar el análisis del personaje surge la pregunta: ¿Cuál es su estructura de personalidad? En el intento de responder eliminaremos primeramente los extremos. No creemos poder hablar de una psicosis pura, ya que su contacto con la realidad está conservado, en consciencia, en sentido y en juicio, pero alguien “sano” tampoco es. Presenta rasgos obsesivos que podrían hablar de una neurosis, sobre todo si consideramos sus logros académicos y sociales; pero su sadismo, su canibalismo, y las muchas otras maneras en las que manipula, infringe y destruye hablan más de una organización límite de la personalidad. En este punto podríamos introducir fácilmente el concepto del Yo escindido, ya en su función defensiva, como mecanismo inconsciente; tanto como resultado del trauma:
Teniendo alrededor de 9 años Hannibal vive con sus padres en un castillo en Lituania, ambos parecen ser personas refinadas y amables, que procuran dar la mejor educación a sus hijos, acaso acentuando demasiado la formalidad, la etiqueta, y las “buenas costumbres”; algo típico en su tiempo y en su clase social. Sin embargo, estando en medio de la segunda guerra mundial, en algún momento el ejército alemán los despoja de su hogar y uno grupo de soldados matan, frente a los ojos de Hannibal, a sus padres.
Aquí me planteo yo la siguiente pregunta: ¿Que pasa con los pequeños cuyos padres mueren? ¿Qué pasa con el desarrollo de un Superyó aun por completar, con el complejo de castración, con el Edipo, con todo lo que se supone que un niño debe vivir y que de pronto le es arrebatado de forma violenta, dejándole a merced de su Ello y de un yo frágil, que simplemente buscará, de la forma que le sea posible, sobrevivir.
Esto nos lleva al segundo momento traumático de la vida del pequeño Hannibal. Él y su hermana menor Mischa, son llevados por los soldados a un cabaña en el bosque, donde permanecen escondidos cierto tiempo hasta que, siendo azotados por el crudo invierno y la falta de alimento los soldados deciden matar y comerse a Msicha. La separan de su hermano en un momento en el que él duerme y la asesinan. Después todos se alimentan de ella y para tratar de repartir su culpa de forma más “equitativa” alimentan también al pequeño Hannibal con la carne de su hermana, a la cual después busca sólo para darse cuenta de lo que ha hecho.
La culpa y la no culpa.
¿Se puede culpar al personaje de haber sucumbido ante la búsqueda de satisfacción de sus pulsiones y de sus necesidades mas puramente biológicas? ¿Se le puede culpar de sentir odio, hambre, y de buscar la forma más primitiva de satisfacer dichos impulsos a su corta edad? Aunque es evidente la buena educación que el pequeño Hannibal ha recibido y el gran amor que siente por su hermana aquí nos damos cuenta de que como afirmara Freud, el ser humano no es dueño de sí mismo, el yo no es dueño de su propia casa. Sin embargo también es cierto que el principio de realidad no desestima casos por minoría de edad, ignorancia, o buenas intenciones; y Hannibal pagará el precio de sus actos con una terrible angustia, que se expresará en vívidas pesadillas con respecto a sus padres, a su hermana, y a él mismo. Y con el desarrollo de una personalidad y un estilo de vida que no será sino el eco repetitivo de aquello que a la fuerza se le quitó y aquello que se le dio.
Estás angustias y fantasías encontrarán dos lugares en los cuales podrán buscar una expresión externa. En primer lugar la casa de su tía Lady Murazaki, viuda del hermano de su padre y experta en el manejo de la katana y el bushido en general. En segundo lugar en la escuela de medicina. En ambos lugares Hannibal mostrará una aptitud y fría precisión.
Para estas alturas el personaje ya es un sádico sociópata, la falta de cuidado y de amor, pero también de límites y autoridad han sido el terreno de cultivo ideal para dicha patología. Mientras que su parte consciente adquiere todo tipo de formación e información no para adaptarse de la manera más conveniente a su dura realidad, sino para defenderse de ella, en su preconsciente se gestan fantasías de venganza, de agresión y de horror, y aun en su inconsciente existen huellas mnémicas que buscarán romper la barrera de la represión apenas se presente la más mínima oportunidad.
Así lleva Hannibal a cabo su primer asesinato, cuya víctima será un carnicero que en repetidas ocasiones ha molestado a su tía lady Murasaki.
Escondido tras la careta de un “acto en defensa del honor” de su amada tía, aquella bella mujer que le es prohibida y a la cual desea aun con un infantil erotismo; Hannibal provoca, embosca, caza, asesina, cocina, y come a un hombre que le recuerda por su actitud grosera, por su vulgaridad, e incluso por su oficio, aquellos traumáticos momentos vividos en la cabaña del bosque. Sin embargo, más allá de lo que es fácil de reconocer a simple vista, podemos observar como esta pulsión de destrucción se vuelca también en contra de sí mismo.
Un detective investiga el caso de asesinato y sin pruebas contundentes, pero conjeturas más que suficientes, va a interrogar a Hannibal al respecto. Él responde inventando una historia que su tía no duda en corroborar, pero ella además le ayuda a engañar al detective alterando la evidencia del cadáver. Así una psique estructuralmente descompuesta y afectivamente moribunda encuentra en el riesgo de ser descubierto la energía libidinal de la cual no ha sido investido; y en la complicidad criminal en lazo que le fue arrebatado cuando le despojaron de sus seres queridos.
Al darse cuenta de sus habilidades tanto intelectuales como físicas, Hannibal decide que es momento de buscar venganza de aquellos 5 hombres que causaron el mayor de sus dolores años atrás.
Aquello que fue dañado del individuo se transforma entonces en el individuo. En su adultez vemos a un Hannibal Lecter totalmente narcisista, que vive de buscando la mirada del otro a travez de aparente éxito profesional, y digo aparente porque a pesar del conocimiento y reconocimiento con que cuenta esto es solo una fachada que le permite seguir llevando a cabo sus oscuras costumbres, mediante lujosos y exquisitos banquetes intenta esconder su repulsión y su culpa por el comer, con trajes elegantes y finos modales busca tapar la vergüenza que siente por ser quien realmente es, por su histria, por su piel. Y ¿qué decir de la manera en la que elige a sus víctimas? Personas groseras, disruptivas, mal preparadas o ineficaces, como si buscara borrar del mundo, de su mundo, que es él mismo, toda imperfección que le recuerde y reafirme que él no es diferente ni mejor que aquellas víctimas con las que se identifica.
Eventualmente buscará una forma más o menos consciente ser asesinado. En el guión de su vida no se puede prever otro desenlace ni otro final. La tensión que durante tanto tiempo se ha reprimido solo puede puede ser resuelta de una forma igual de abrupta y violenta.
Al final el día, así como la necesidad de alimentarse se impuso sobre el amor que sentía por su hermana, la búsqueda del regreso al estado inerte lo llevará a encontrar precisamente aquello que tanto ha venido evitando, su propia muerte.
Conclusión:
La historia de Hannibal Lecter me parece la historia de una profunda melancolía, una que encuentra en la violencia la posibilidad de extender algunos años más la línea de vida, pero que nunca se sana. Y no puedo sino preguntarme en dónde está o cómo se encuentra el límite de aquello que se puede y no se hacer por el paciente, por la búsqueda de la salud mental, por la reestructuración de una vida humana.
Ha de llamar la atención en este punto que además de matar, engañar, y destruir la vida humana, el doctor Lecter ayuda en muchas ocaciones a ciertas personas. En algunas versiones ayuda a la policía, en otras ayudas genuinamente a muchos de sus pacientes. Es como si hubiera una búsqueda de dar aquello que espera recibir, pero al mismo tiempo un enorme temor de volver a conectarse de forma humana, de forma vulnerable con otro ser humano, por miedo a ser lastimado, abandonado, devorado.
Genio del bienestar y del dolor, hombre de finos modales y bajos impulsos, estrella y escoria de la sociedad, mente brillante y podrida a la vez… Eso es Hannibal Lecter.